El éxito de una startup no depende solo de la idea o del capital: depende de la solidez de su equipo fundador. Sin embargo, muchas empresas jóvenes fracasan porque no prevén qué pasa si un socio o empleado clave abandona el barco antes de tiempo. La respuesta está en el vesting en startups, una estrategia que convierte la participación accionaria en un compromiso real y evita que tu proyecto se quede atado a socios que ya no aportan.
Imagina esta escena: un grupo de amigos decide emprender. La idea es prometedora, todos están entusiasmados y lo primero que hacen es crear una sociedad al 50/50. Pasan los meses y uno de los socios, por cualquier motivo, pierde el interés. Se retira del proyecto… pero mantiene el 50% de la empresa.
Ese 50% no representa esfuerzo, ni constancia, ni riesgo compartido: representa un error de origen. La startup se queda con un “socio fantasma” que ya no aporta, pero tiene poder de decisión y derecho a utilidades. El resto del equipo, que sí está remando, queda atrapado en una estructura injusta.
Este escenario, tan común en Latinoamérica como en Silicon Valley, es una de las principales causas de fracaso de startups. No es la falta de capital, no es la tecnología, no es el mercado: son los conflictos internos mal gestionados. De hecho, según el estudio de Rockstar, en el 83,3% de las startups que fracasan, algún founder había abandonado la compañía antes de que cerrara.
La solución existe y es simple: vesting para startups. Una herramienta legal que protege a la empresa, alinea a los socios y asegura que las acciones se ganen con esfuerzo real.
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¿Qué es el vesting y por qué es indispensable?
El vesting es un contrato mediante el cual las acciones de una empresa no se entregan de inmediato, sino que se van “ganando” con el tiempo o se cumplen ciertas metas.
Su lógica es sencilla:
- Si trabajas y aportas al crecimiento de la empresa, ganas tu derecho a acciones.
- Si te retiras antes de tiempo, te llevas solo la parte proporcional de lo que ya ganaste.
En otras palabras: el vesting en startupsconvierte la participación accionaria en un incentivo a largo plazo, no en un regalo inicial.
En Silicon Valley, el vesting se volvió estándar porque los inversionistas no estaban dispuestos a arriesgar millones en empresas donde un socio podía desaparecer al año siguiente y seguir cobrando beneficios. Hoy, aceleradoras como Y Combinator o 500 Startups lo exigen como condición básica para aceptar a fundadores en sus programas.
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Vesting para fundadores
Cuando se trata de los fundadores, el vesting es casi un pacto de sangre. Significa que cada uno se compromete a trabajar por la startup un periodo mínimo antes de quedarse con todas sus acciones.
- Duración estándar: 3 a 4 años.
- Liberación: cada año (o cada trimestre) se libera un porcentaje.
- Cliff inicial: normalmente de 1 año. Es decir, nadie recibe nada hasta que se cumpla el primer año de trabajo.
Si quieres entenderlo mejor, este es un ejemplo: dos fundadores al 50%. Pactan un vesting de 4 años con cliff de 1:
- Si ambos cumplen 4 años, cada uno consolida su 50%.
- Si uno se va al año 2, solo se lleva el 25%. El resto vuelve a la sociedad.

Vesting para empleados y contratistas clave
El vesting no es exclusivo de los fundadores. También puede aplicarse a empleados estratégicos y contratistas de alto valor.
En empleados se combina con un salario y se otorga un porcentaje pequeño de participación (1–3%). Se gana a través de vesting, normalmente a 4 años. Piensa en un CTO contratado en etapa temprana recibe salario + 3% de la empresa en vesting a 4 años. Cada año gana 0.75%, siempre que cumpla con sus funciones.
En contratistas (programadores externos, asesores estratégicos, etc.) la participación suele ser menor, pero igual genera un incentivo adicional.
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Diseñando un esquema de vesting para startups
No todos los vesting son iguales. Existen dos modelos principales:
- Vesting por tiempo: el más común. Las acciones se liberan gradualmente con los años. Standard: 4 años con cliff de 1.
- Vesting por hitos: en vez de tiempo, se mide por metas.
Por ejemplo: un programador gana 0.5% de la empresa cada vez que entrega un módulo clave.
Algunas startups usan un esquema mixto: parte por tiempo, parte por metas.
¿Y cuál es la duración según madurez? Así funciona:
- Startup en idea: vesting largo (4–5 años).
- Startup en crecimiento: vesting estándar (3–4 años).
- Startup consolidada: vesting corto (1–2 años).
Aspectos legales y errores frecuentes del vesting para startups
El contrato siempre se celebra entre la sociedad y el beneficiario (fundador, empleado o contratista). Nunca entre personas naturales.
Estos son algunos errores comunes:
- Repartir acciones de entrada sin condiciones.
- Firmar acuerdos entre socios sin registrar en actas ni estatutos.
- No prever qué pasa si alguien se retira antes.
- Mezclar contratos: vesting debe ir separado de los contratos laborales.
- No consultar implicaciones tributarias.
Un inversionista revisa la cap table con lupa. Si encuentra que un ex socio tiene 30% sin aportar nada, se va. El vesting es señal de madurez: demuestra que los fundadores entienden el juego y piensan en el largo plazo.
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Analogías para entender el vesting
- Matrimonio a plazos: no recibes todos los anillos de una vez, solo si cumples con el compromiso.
- Seguro de vida de la startup: protege contra el riesgo de socios fantasmas.
- Gimnasio: no obtienes el resultado en el primer día; se gana con constancia.
- Beca universitaria: te la renuevan cada año si cumples con el rendimiento.
El vesting para startups como seguro de futuro
Un socio comprometido no se mide en promesas, se mide en vesting.
El vesting protege a tu empresa de uno de los mayores riesgos: quedarse atrapada con socios o empleados que no aportan, pero siguen cobrando. Alinea expectativas, motiva al equipo y da confianza a inversionistas.
Si tu startup aún no tiene vesting, cada día que pasa es un día en que corres el riesgo de regalar tu empresa.
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