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  • Foto del escritorCarlos Arias

Más allá del estereotipo del abogado: el potencial está en replantear el sistema

En la percepción colectiva, hemos forjado un estereotipo del abogado. Cuando hemos hecho el ejercicio de preguntar ¿Cómo te imaginas a un abogado? Si cierras los ojos y lo piensas, es probable que imagines una persona detrás de montañas de papeles, complejizando los negocios, siguiendo procesos monótonos y arrastrándose a través de códigos legales interminables, son las características más comunes con las que nos hemos encontrado.

Las mamás suelen decir “crea fama y échate a dormir”. Las percepciones y estereotipos que forjamos son producto de las acciones que hemos convertido en hábitos; acciones que hacemos, básicamente, en piloto automático.

“Un hábito es una conducta que se ha repetido el suficiente número de veces para convertirse en una acción automática”. James Clear

A partir de nuestra percepción creamos juicios de valor. Automáticamente juzgamos a esa persona o grupo de personas, pero lo que no cuestionamos, o si lo hacemos es superficial, es el sistema en el que ese estereotipo se ha desarrollado. Somos rápidos para emitir juicios de valor sobre las personas en un sistema determinado, pero no somos muy conscientes del entorno en el cual ese estereotipo se ha desarrollado y evolucionado.

Es lo que creemos que sucede en el mundo del derecho en relación con el sistema (modelo de negocio) que creamos para atenderlo. Podemos caer fácilmente en el juego de juzgar a las personas (abogados) pero no cuestionamos el sistema y paradigmas de ese sistema en los cuáles esas personas interactúan.

En nuestra opinión, creemos que la pérdida del potencial del derecho más que un problema de las personas es un aspecto de entorno.


Persona recostada en su escritorio simulando el estereotipo del abogado
Fuente: Pexels

El modelo de negocio tradicional desnaturaliza el potencial del abogado

“No subes al nivel de tus objetivos, sino que caes al nivel de tus sistemas”  James Clear

El sistema (modelo de negocio) y sus paradigmas son un aspecto que consideramos merece mayor atención. Es allí donde producimos todos los resultados que experimentamos. 

El sistema que hemos construido no facilita ni incentiva la parte creativa de la profesión legal. En nuestra esencia humana está la capacidad natural de ser ingeniosos y el derecho es una de esas disciplinas en donde esta característica tiene uno de los mayores potenciales para ser desarrollada y aplicada. En palabras de Seth Godin: todos somos genios, porque si por definición "genio" es aquella persona que tienen la habilidad y la visión de encontrar una solución, que no es obvia a un determinado problema, no necesitamos ganar un premio nobel para serlo. Se requiere ver algo en lo que otros están bloqueados y desbloquear esa situación.

Cabe preguntarnos colegas: ¿cuándo fue la última vez que vimos algo que los demás no han visto?, ¿lo hemos hecho?, ¿lo hacemos a menudo?, ¿cuándo fue la última vez que tuvimos la oportunidad de encontrar un camino para que funcionara algo que no estaba funcionando? Si no está pasando, vale preguntarnos ¿por qué?

Un buen lugar para empezar será observar el lugar donde trabajamos. Hemos creado una cultura que moldea nuestras acciones y los resultados que experimentamos. La cultura del modelo tradicional apunta a un sistema estructurado cuyo éxito es medido bajo parámetros industriales (puedes revisar los indicadores de negocio de tu empresa). Allí hemos aceptado tranzar, lo sepamos o no, nuestro ingenio por una imaginaria seguridad. En ese lugar, bajo una aparente tranquilidad nos acostumbramos cada vez más a escondernos detrás de las instrucciones y “vivir” un día más para contarlo. Allí albergamos aspiraciones efímeras que nos dan tranquilidad provisional, pero que destruyen nuestra esencia día tras día.

“El problema es que nuestra cultura ha participado en un pacto faustiano, en el cual intercambiamos nuestro genio y destreza artística por una estabilidad aparente” Seth Godin 

Interesante es observar en todo caso los resultados que estamos experimentando: abogados deprimidos, desertando, sin querer continuar. Hemos conversado con varios colegas y es doloroso escuchar cuando te dicen, “cambié de carrera o rumbo profesional, porque ya no quiero saber nada del derecho”. Lo sé porque incluso fue mi pensamiento en algún momento de mi vida.

Sin embargo, hoy más que nunca creemos que esta percepción se ha creado no por el derecho, hermosa disciplina que conduce a infinitas posibilidades, que lleva a potenciar al máximo nuestra capacidad relacional y creativa. No, en el presente, estamos cada vez más convencidos que ese fenómeno obedece al sistema, creamos un negocio cuyos fundamentos de rentabilidad están basados en mediciones industrializadas, diseñamos fábricas llenas de procesos administrativos y burocráticos que complejizan y dificultan los procesos intelectuales y creativos. Es en este entorno a los abogados nos acostumbraron a seguir instrucciones y ser medidos bajo parámetros de máquinas.

Todos los que estamos en este negocio, conocimos esta forma de verlo. El sistema es antiguo (más de 100 años), lo hemos interiorizado. Así nos fue transmitido. Está bien, pensamos: Es correcto tener niveles jerárquicos de facturación y medir cuántas horas facturables tienes en el día, semana, mes. Necesitamos medir esto, si no ¿cómo vamos a saber qué tú, ser humano autónomo e independiente, estás haciendo tu trabajo? ¿A cuántos de nosotros se nos habla del modelo de negocio en nuestras universidades? , ¿cuántos de nosotros nos detenemos a pensar cómo funciona realmente y cómo esos fundamentos nos están impactando todos los días?

¿Cuánto de nuestro tiempo se dedica realmente a la interpretación de la norma y su aplicación a cada casuística particular y única o, como lo vimos en palabras de Seth Godin, a desbloquear lo bloqueado en un mundo de negocios lleno de desafíos prácticos?, ¿cuánto de ese tiempo se va en procesos sin sentido y diligencias burocráticas?, ¿cuánta energía gastamos en formatos, seguimientos y reuniones vacías? Del lado del cliente ¿cómo todas estas dinámicas afectan el valor que percibe y recibe?

Importante es resaltar, en todo caso, que no somos genios creativos todo el tiempo, pero ¿estamos siéndolo en algún momento? Esta pregunta es clave porque es en esas situaciones en donde nuestro valor se va a ver reflejado. Es en ese momento donde cobra sentido todo lo que has estudiado, aprendido y te has preparado. De acuerdo con los interrogantes anteriores, cada uno de nosotros puede hacer una autoevaluación de su situación.


Personas en una reunión de creatividad
Fuente: Pexels

Lejos del estereotipo del abogado

En esencia, el derecho es mucho más que un simple ejercicio de repetición y producción. Contrario a los estereotipos, la práctica legal es un campo profundamente creativo e intelectual, donde la capacidad de pensar de manera innovadora y resolver problemas complejos es esencial. Acá te dejamos unas ideas:

1. Interpretación creativa de la ley:

La ley no es un conjunto estático de reglas; es dinámica y, en muchos casos, abierta a interpretaciones diversas. Los abogados, en su día a día, nos enfrentamos a situaciones que requieren una interpretación y aplicación creativa. Cada caso es único, y la capacidad de aplicar la ley de manera creativa es esencial para encontrar soluciones que se ajusten a las circunstancias específicas.

2. Estrategia jurídica como obra de arte:

La construcción de estrategias legales es comparable a la creación de una obra de arte. La elección cuidadosa de argumentos, la presentación persuasiva de evidencia y la anticipación de movimientos contrarios requieren un pensamiento estratégico que va más allá de seguir un conjunto de reglas preestablecidas. Cada caso es una tela en blanco, y el abogado es el artista que da vida a la estrategia jurídica.

3. Resolución de Problemas como Desafío Intelectual:

Los abogados somos, en esencia, solucionadores de problemas. En lugar de simplemente aplicar reglas, nos sumergimos en situaciones complejas que requieren un análisis crítico, evaluación de evidencia y la creación de argumentos lógicos. Para esto nos contratan nuestro clientes.

4. Creatividad en la Comunicación:

La comunicación efectiva es clave en la práctica legal. La redacción de documentos legales, la presentación oral de argumentos y la negociación demandan habilidades comunicativas y relacionales. Somos conectores de relaciones.

5. Adaptable ante cambios legislativos y del mercado:

En un mundo donde las leyes y regulaciones evolucionan constantemente dada la dinámica de los negocios, los abogados debemos ser adaptables e innovadores. La capacidad de anticipar cambios legales, interpretar nuevas normativas y aplicarlas de manera efectiva muestra la flexibilidad intelectual necesaria en esta profesión.

Acciones para que te lleves en tu día a día:

1.       Reflexiona sobre tu entorno. ¿Qué observas en tu entorno que impide que pongas en práctica tu parte creativa?

2.       Acción sobre el entorno. Toma el control. Identificadas esas situaciones, hábitos, percepciones, procesos: ¿Qué medidas vas a tomar para tomar el control y no permitir que tu potencial se desperdicie?

Escríbenos sobre situaciones que te generan duda acerca de este tema y con gusto nos contactaremos de vuelta contigo. Para nosotros es indispensable recibir tus comentarios y opiniones. Construir la industria legal que queremos requiere de la colaboración y comunidad. Esperamos que este artículo te haya dejado reflexiones de valor, acompáñanos en nuestro Blog.

¡Hasta la próxima!

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